🦪🚐 Última parte: en busca de la ostra económica
Finalizamos este viaje de 2000 kilómetros desvelando la tierra prometida y los dos últimos hitos de todo viaje gastronómico que se precie.
Bueno amigas, amigos, todo viaje se acaba y he decidido, por despotismo gastronómico, que voy a condensar en esta newsletter las dos últimas de las cinco que os prometí porque si algo me caracteriza es que soy un culo inquietísimo y pasarme la friolera de cinco semanas hablando de un mismo viaje se me hace bola, así que apura esas palomitas porque esta película llega a su (delicioso) final. Let’s go!
Si has ido leyéndome las últimas semanas ya sabrás qué 3 de los 5 hitos gastronómicos que todo viaje culinario debería tener son: comer en un lugar espectacular, descubrir una nueva receta y comprar gastronomía local. Bien, pues hoy te cuento los dos siguientes y, con el quinto, te revelo el famoso paraíso de la ostra. De momento, acompáñame a Toulouse para el cuarto:
Los mercados son museos gratuitos donde los guías turísticos son las personas tras los mostradores. Preguntarles sobre gastronomía es tener toda una lección de la cultura del lugar en el que estés y, según mi experiencia, me atrevería a decir que 9 de cada 10 responderán con muchísimo mimo a tus preguntas, así ha sido siempre para mí y así fue también en el maravilloso mercado de Victor Hugo de Toulouse.


Este mercado tiene algo que pocos consiguen: el equilibro entre puestos donde te dan de comer y puestos donde te venden comida. Porque, mira, tú y yo ya nos vamos conociendo, y sabemos que ir a un mercado donde te puedes tomar algo aumenta considerablemente la motivación de salir de casa. Pero también sabemos que si deja de haber puestos donde hacer la compra, más que un mercado, es un parque temático.
Pero bueno, a lo que íbamos, que visitar el mercado local (o mercadillo si no hay uno permanente) es algo que merece su propios hitos, yo te diría que te ayudes de los vendedores y que compres: una bebida típica, una pieza de queso local, especias de la región (además quedas de vicio si las llevas de regalo), la charcutería que te recomienden y que disfrutes de un aperitivo ahí mismito. Qué, ¿apetece eh?




Y ahora sí que sí, llegamos a nuestra última parada. Ese lugar maravilloso en la costa mediterránea francesa donde las ostras son sabrosas y baratas y el vino blanco es económico, fresquito y entra que no veas. Estamos hablando, damas y caballeros, de Leucate. Ay, si es que es escuchar esa palabra y empiezo a salivar. Leucate, Leucate, Leucate… ¡uf! Mira, ¡mira qué plato de marisco tomamos por 26€!

Te diría que para dar con un lugar donde vendan barato un alimento que habitualmente es caro, lo mejor que puedes hacer es buscarlo con antelación y dejar que sea tu paladar el que elija el destino vacacional. En mi caso, fue un día haciendo scroll por Instagram cuando me topé con un vídeo de Marta Clot donde hablaba de Leucate y tuve claro que quería visitarlo lo antes posible.
Créeme, el mundo está repleto de gastronomía, encanto y de historias apasionantes: piensa en un alimento que te encante y deja que tus papilas gustativas te dirijan viajando a denominaciones de origen o a lugares de producción. Encontrarás diamantes en bruto con precios más que razonables y, con suerte, aprenderás algún truco como el que me llevé de Leucate de tomar los caracoles con alioli.
¡Y hasta aquí puedo leer! Gracias y más gracias por haberme acompañado en este viaje. La semana pasada estuve entrevistando para vosotras y vosotros a una verdadera referente del mundo gastronómico y dentro de muy poquito vais a poder escucharla en formato podcast, así que seguid pendientes porque las historias no han hecho más que comenzar. Seguimos y…
¡Ale, mordisqueando, que es gerundio!